Un regalo genial será un rebozo de Tonchi
En “Rebozos Tonchi” las tramas se tejieron desde el corazón de un telar de cintura para rodear los sueños de quienes se acurrucan entre sus hilos
En la antigua y céntrica de la calle República del Salvador algunas cuadras llevaron nombres curiosos como Nahuatlato o Chaneque, hoy es camino diario de miles de personas a pie o en Metrobús que buscan, bolsas, plásticos, artículos de temporada, vestidos o maquillajes, y en medio de todo ello podrás encontrar el rebozo perfecto.
Sin duda, el Centro Histórico de la Ciudad de México es un mosaico multicolor, repleto de sabores, recorrer sus calles resulta una inagotable fuente de temas que van desde telas, comida, cierres, broches, flores, estambres, aparatos electrónicos, papelerías especializadas para arquitectos y artistas.
Y justo en el 145-C de la calle República de El Salvador brilla con fuerza el local de “Rebozos Tonchi”, bien sabemos que un rebozo no solo abriga, envuelve y sostiene al hijo cerquita del corazón, un rebozo también es moda, es tradición y cultura mexicana.
Para Rosana, nieta de el guerrerense Domitilo fundador del negocio familiar en 1936, “es su vida” y trabaja para mantenerlo a pesar de todo, “antes había tres locales repletos de rebozos, pero mis primos se aburrieron, ya no es lo mismo, cierto que el interés por comprar rebozos comenzó a caer a raíz de la que iglesia permitió no cubrirse la cabeza”, pero esto es un secreto.
Con la evangelización, las mujeres indígenas usaban un manto que dio paso al rebozo, en la Colonia, cuando lo llevaba la hacendada, y también la campesina, solo con la variedad en sus materiales, seda o algodón según la jerarquía. En “Rebozos Tonchi” los encuentras desde 25 hasta 10 mil pesos.
Generación tras generación las parteras utilizan la técnica del rebozo como método no farmacológico de activación del trabajo de parto, ya sea con el antiguo ayete o mamatl, pañuelo de 2 metros por 60 de ancho, flecado en sus extremos que se acopla en el abdomen, las caderas, los muslos o la cabeza de la madre.
La matrona entonces realiza movimientos controlados de las caderas o el abdomen de un lado a otro mediante el rebozo; activando el sistema nervioso parasimpático con movimientos suaves y rítmicos si el objetivo es la relajación materna y muscular; o con movimientos rítmicos rápidos no bruscos para establecer y coordinar la dinámica uterina.
Entonces, más de 5 mil 400 hilos se entretejen para contarnos historias, y crear nuevas identidades.