Un vocho negro que guarda amistad y tiempo
Lejos de los reflectores y de los Porsche de 70 millones de pesos, Rodolfo llegó con una sonrisa discreta y varios paños para mantener impecable su auto durante toda la exhibición
Rodolfo no vino a presumir frente a Porsche o Bugatti de millones. Llegó con un vocho negro de 1956 y una promesa: honrar la memoria de su mejor amigo
En punto de las ocho de la mañana de este domingo 10 de agosto, un Volkswagen Sedán negro 1956 entró por la puerta del Autódromo Hermanos Rodríguez. Este no es un auto cualquiera. Su pintura profunda y sus cromos impecables reflejarán el cielo, las gradas y la emoción de quienes aman lo clásico. Al volante, va Rodolfo, con una mezcla de orgullo y nostalgia, este domingo cumplirá una promesa hecha hace quince años a su mejor amigo.
Su Sedán no es solo un auto: es la herencia de una amistad. Hace 15 años lo recibió de manos y corazón de su mejor amigo, quien lo había comprado nuevo y lo cuidó con la misma paciencia. Cuando ese amigo falleció, Rodolfo prometió que el vocho seguiría rodando, intacto, con cada pieza original y ese brillo profundo que refleja no solo el cielo, sino los recuerdos.
Este año decidió mostrarlo al mundo en el XIII Gran Premio Histórico, no para presumir frente a Porsche Bugatti Chiron de 70 millones de pesos, sino para honrar esa historia. Para llegar el área de exhibición estática; Rodolfo siguió el ritual de la inscripción: presentó licencia de manejo e identificación en la Federación Mexicana de Automovilismo Deportivo, pagó $1,800 pesos como participante no afiliado, y recibió el paquete de bienvenida con la calcomanía de “auto aceptado” y los cuatro pases para la exhibición estática. Un gesto formal que, para él, significó abrirle la puerta a su vocho para que se luzca ante el público.
Este domingo, el Sedán ocupó su lugar asignado, rodeado de otros 299 clásicos que también llevan historias en la carrocería. Rodolfo sabe que habrá miradas que lo observen, manos que quieran tocarlo y preguntas que quieran respuestas. Y cuando alguien le pregunte por qué lo cuida tanto, él dirá lo de siempre:
—”Los autos son como las personas, hay que cuidarlos para que siempre sean parte de tu vida”.
Porque en el fondo, el Gran Premio Histórico es mucho más que un desfile de joyas mecánicas o potentes máquinas, es un homenaje a la memoria sobre ruedas.
