La migración ha dejado de ser una idea abstracta: ya vive en las calles, colonias y trabajos de México. Un estudio revela que el 90% reconoce el derecho a migrar, pero también pide orden legal.
La migración en México es visible, compleja y cotidiana: entre la empatía y el reto, entre la solidaridad y el miedo. Un fenómeno que ya está en nuestras colonias y conversaciones.
Migrar también es humano: lo dicen las cifras y lo siente el país
Hoy, el rostro de México ya no es solo el del país que expulsa migrantes. También es el que los recibe, los ve pasar, o los incorpora poco a poco a su vida cotidiana. Lo confirma el estudio más reciente del Centro de Opinión Pública de la UVM, que muestra cómo la migración ya no es solo un fenómeno fronterizo, sino una realidad en calles, mercados, oficinas y escuelas.
El dato más poderoso: 9 de cada 10 personas en México cree que migrar es un derecho humano. Pero esa empatía viene acompañada de una exigencia: 84 % pide que se haga bajo marcos legales claros. En otras palabras: bienvenida la esperanza, pero con papeles en regla.
Y no es solo una idea. Es una experiencia directa. El 40 % de las personas ha notado un aumento de migrantes viviendo en su colonia. Piden ayuda, trabajan, caminan, buscan oportunidades. El fenómeno ya no pasa de largo: se vive en la banqueta.
¿De dónde vienen? ¿Y por qué ahora?
Las cifras oficiales lo respaldan. En 2024, más de 244 mil venezolanos fueron presentados ante la autoridad migratoria, un aumento del 68 % en un solo año. También crecieron los flujos desde Colombia, Ecuador, Haití y, por supuesto, Centroamérica.
Y aunque durante años México fue solo un país de paso, eso está cambiando. Ahora, el 58 % de las personas está de acuerdo con que los migrantes crucen el país o incluso se queden a vivir aquí. Eso sí: un 23 % prefiere que sigan de largo, y un 19 % no quiere ni paso ni estancia.
La migración divide opiniones, pero también refleja valores
¿Hay discriminación? Sí. Un 47 % reconoce que las personas migrantes son tratadas diferente por su estatus legal, su idioma o su color de piel. Pero también hay esperanza: 78 % cree que deben tener derecho a la educación, 72 % al empleo y 68 % a un salario justo.
El dato más preocupante llega desde el norte. Ante posibles deportaciones masivas desde Estados Unidos, 90 % de la población mexicana expresa preocupación, y más de la mitad teme consecuencias económicas y sociales graves si eso ocurre.
Y entonces, ¿qué sigue?
México está en medio de una transformación. De país expulsor a receptor. De espectador a protagonista. La sociedad también se enfrenta a sí misma: entre la hospitalidad y el miedo, entre la legalidad y la humanidad.
Tal vez no tengamos todas las respuestas, pero sí la posibilidad de elegir cómo mirar al otro. Porque, al final, migrar no es un delito: es una historia de vida. Y todas, absolutamente todas, merecen ser contadas con dignidad.
